Cuando llega el invierno, todos nos preparamos para el frío: sacamos la ropa de abrigo, revisamos la calefacción de casa y adaptamos nuestra rutina a los días más cortos y las noches más frías. Sin embargo, muchas veces olvidamos que nuestro coche también necesita una atención especial en esta época del año. Las bajas temperaturas, la humedad y las condiciones del asfalto invernal afectan directamente a su rendimiento, y uno de los componentes más sensibles a estos cambios son los neumáticos.
Los neumáticos son el único punto de contacto entre el vehículo y la carretera, y por ese simple hecho, tienen la función de mantener el control, la estabilidad y la adherencia en todo momento. De su correcto estado depende no solo la comodidad al conducir, sino también la seguridad de los ocupantes. Por eso, conocer cómo influye el frío en su comportamiento es clave para conducir con confianza durante los meses más duros del año.
1. La presión del aire baja con el frío
Uno de los efectos más evidentes del descenso de temperatura es la pérdida de presión en los neumáticos. Por cada 10 ºC que baja el ambiente, la presión interna puede disminuir alrededor de 0,1 bares. Esto significa que un neumático correctamente inflado a 20 ºC podría estar por debajo de su nivel óptimo cuando el termómetro cae a 0 ºC. Aunque pueda parecer una diferencia pequeña, sus consecuencias son notables.
Una presión insuficiente provoca varios efectos negativos: aumenta la resistencia a la rodadura, lo que incrementa el consumo de combustible; genera un desgaste irregular de la banda de rodadura, sobre todo en los bordes; reduce la precisión en la dirección y la estabilidad del coche; y, lo más importante, alarga la distancia de frenado. En carretera mojada o con hielo, esa diferencia de metros puede ser determinante.
2. La goma se endurece y pierde adherencia
El caucho con el que se fabrican los neumáticos está diseñado para mantener su elasticidad dentro de un rango de temperatura determinado. Cuando el termómetro baja de los 7 ºC, la goma de los neumáticos convencionales comienza a endurecerse. Este endurecimiento reduce la capacidad de agarre, especialmente en superficies frías, húmedas o heladas.
El resultado es una menor tracción, una respuesta más imprecisa al volante y una frenada menos eficaz. Incluso los sistemas electrónicos de ayuda a la conducción, como el control de tracción o el ABS, pueden verse forzados a intervenir con mayor frecuencia.
Por eso, en regiones donde el invierno se presenta con temperaturas bajas de forma prolongada, los neumáticos de invierno son una excelente opción. Están fabricados con compuestos específicos, como el sílice, que mantienen la flexibilidad incluso bajo cero. Además, su dibujo es más profundo y cuenta con laminillas adicionales que mejoran el agarre en nieve o hielo. No solo proporcionan más seguridad, sino también mayor confort y control en la conducción.
3. Riesgo de cristalización y grietas
En zonas donde las temperaturas descienden por debajo de cero, la goma puede llegar a cristalizar parcialmente si el vehículo pasa la noche a la intemperie. Esta cristalización se traduce en pequeñas fisuras o grietas que, con el tiempo, debilitan la estructura del neumático. Si el coche permanece varios días sin moverse, el peso concentrado sobre una misma zona puede provocar una deformación temporal conocida como “flat spot”.
Para evitarlo, se recomienda mover el vehículo con regularidad, aunque sea unos metros, para que las ruedas cambien de posición. También es aconsejable evitar aparcar sobre superficies húmedas o heladas, ya que el contacto constante con el frío extremo acelera el deterioro.

4. Otros factores que influyen en invierno
El estado de los neumáticos no solo depende del frío. En invierno, las condiciones del asfalto cambian constantemente: humedad, sal en las carreteras, barro, charcos o incluso hielo en zonas sombrías. Todos estos elementos reducen la adherencia y aceleran el desgaste del caucho. Por eso, conviene revisar también la profundidad del dibujo: la ley exige un mínimo de 1,6 mm, pero se recomienda sustituirlos antes de llegar a ese límite, sobre todo si se circula con frecuencia por carreteras húmedas o frías.
Otra buena práctica es revisar las válvulas y los tapones, que pueden deteriorarse con el tiempo y provocar pequeñas fugas de aire. Asimismo, conviene comprobar que no haya piedras o restos incrustados entre los surcos del neumático, ya que pueden afectar al equilibrio o causar pinchazos.
Antes de iniciar tus desplazamientos invernales, dedica unos minutos a una revisión visual y funcional completa. Aprovecha para revisar también los niveles de líquido refrigerante, el estado de la batería y las escobillas limpiaparabrisas, elementos que sufren especialmente con el frío.
Si no estás seguro de cómo hacerlo o prefieres contar con la ayuda de profesionales, acude a tu centro AD Expert Service Car más cercano . En sus instalaciones encontrarás técnicos especializados que evaluarán el estado de tus neumáticos y del resto del vehículo, garantizando que todo esté preparado para afrontar el invierno con total tranquilidad.
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